«Yo nací acá, hice mi vida acá adentro», dice Ruben Soto. «Esta es mi casa», afirma Jorge Larrobla. Los testimonios de los dos funcionarios de AEBU denotan su sentido de pertenencia con la institución.

La semana pasada el edificio del sindicato cumplió 50 años y, en el marco de sus festejos, recibimos en Camacuá y Reconquista a Soto y Larrobla para recordar la historia de estas paredes a través de sus vivencias.

Una de las más locas, relató Soto, fue «sacar a un dirigente adentro de un tacho y que se lo llevara el basurero». También hay de las más sentidas, como cuando en épocas de dictadura la sede de AEBU era «un faro de luz en medio de la noche oscura», según Larrobla. «Eran mil personas por día, era maravilloso venir», recuerda.

A su vez también hicieron mención a la figura de Juan Barbaruk, «un ícono de AEBU, que se puso al hombre el mantenimiento de este edificio» y que tenía «un celo fuera de lo común para el cuidado del mismo».