Editorial
Como en todas partes del mundo, en Uruguay la seguridad social ha acompañado a las formas adoptadas por el trabajo. Si retrocedemos a las primeras décadas del siglo XX, cuando se fundaron la originalmente llamada Caja de Empleados Bancarios (1925), hoy denominada Caja de Jubilaciones y Pensiones Bancarias, y la Caja de Industria y Comercio (1928), existía para los trabajadores un amplio margen de previsibilidad sobre sus posibilidades jubilatorias.
La determinación de los aportes patronales e individuales durante ese siglo reflejó la productividad existente en ese mundo del trabajo en el que nacieron nuestras instituciones de previsión social, y durante décadas ellas cumplieron sus fines de manera consistente con la finalidad para las que fueron creadas.
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