Seguramente, los recuerdos colectivos sobre el 2020 tengan que ver con un año marcado por una pandemia, que complicó la vida de trabajadoras y trabajadores en todo el mundo, y que en Uruguay tuvo un desarrollo particular.

También fue el primer año de un gobierno menos atento a las dificultades de las mayorías, que según la CEPAL fue el que menos invirtió en la gestión para minimizar los efectos sociales y económicos de la pandemia, que sobre el final también tiene complicaciones para el control sanitario, con la multiplicación de los contagios y la imposibilidad de rastrearlos.

Pero en el 2020 también estuvo presente la organización, la solidaridad y las reivindicaciones, vinculadas a la emergencia sanitaria y también a otras emergencias de la sociedad, especialmente desde una perspectiva de género. La desigualdad de género no cesó frente a otras problemáticas que a simple vista a algunos pudieran parecerles más importantes. 

No solamente la violencia hacia las mujeres no cesó, tuvo un nuevo capítulo en el confinamiento, con mujeres en cuarentena con sus agresores. Un poco más allá, no tan emergente, pero real y cotidiano, la crisis social y económica recae sobre las mujeres jefas de hogar. Con cada vez más desocupadas o en seguro de paro. 

También las mujeres estuvieron sosteniendo las ollas populares, tal cómo indica el informe de la Facultad de Ciencias Sociales: del total del trabajo no remunerado en las ollas, un 60% fue realizado por mujeres.

A pocos días de que termine el año, conversamos con Milagro Pau, titular de la comisión de Género, Equidad y Diversidad de AEBU y referente de esta misma secretaría en el PIT CNT.