Con Claudia Piccini, investigadora en microbiología de IIBCE

Con Claudia Piccini, microbióloga del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable.

Las particularidades de este verano, no solamente el fenómeno de la sequía que se repite en nuestro país con innumerables consecuencias sino también el viento, han hecho que la presencia de cianobacterias no sea una noticia muy en las portadas, no llegaron a balnearios del Este y al momento no parecen ser un problema para el turismo.

Sin embargo, varios cauces de agua dulce se encuentran desde fines del año pasado con floraciones importantes de cianobacterias, incluyendo la localidad de Arazatí, en San José, donde una empresa construirá y mantendrá una planta potabilizadora de agua para OSE. Esto supone una limitante ambiental del proyecto Neptuno.

Claudia Piccini, investigadora del Departamento de Microbiología del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, dijo en este momento en el departamento de Colonia “está lleno” y en que San José “la costa está totalmente repleta de cianobacterias”. También aparecieron en otros cursos de agua dulce “como Río Negro y otros sistemas más cerrados y pequeños como tajamares”.  En Montevideo, “el agua ha estado más salobre y esto ha hecho que no las veamos, pero están”, dijo Piccini y agregó que “están en el Río de la Plata, en Buenos Aires, del otro lado del río, hay unas floraciones de cianobacterias enormes y super intensas”.

En el momento en el que la sequía termine y caudal de los ríos aumente, “eventualmente todas esas floraciones que están en distintos lugares de aguas más quietas, bajan y las terminamos teniendo en toda la costa, es una combinación de factores”, explicó Piccini.

Uno de los “factores fundamentales” para el crecimiento de cianobacterias son los “nutrientes” como el nitrógeno y el fósforo, utilizados en la agricultura. Combinados con factores que “siempre están” como el agua dulce, quieta, temperaturas altas, el sol, es “un combo perfecto”. 

“Las cianobacterias son parte de los organismos que están naturalmente en el agua, son necesarias. También hay cianobacterias en el mar, hay muchísimos tipos. Son uno de los organismos más antiguos del planeta. Las cianobacterias en general en el océano gracias a las cuales respiramos oxígeno. Son naturales, son necesarias. Lo que no es natural es la abundancia, el crecimiento que tienen, que es porque lo estamos favoreciendo, con prácticas agrícolas o con efluentes de las ciudades, etc”, contó Piccini.

Las primeras apariciones en abundancia de cianobacterias coinciden con un aumento de producción agropecuaria en los años ochenta. Piccini dijo que “tiene que ver con la intensificación de la agricultura, la intensidad con la que se usa el suelo y también tiene que ver con la sustitución de extensiones de pradera, por ejemplo, la pradera natural que tiene determinadas características y que en sí misma hace que el suelo tenga características de retención de estos nutrientes. Al sustituir esas praderas por cultivos, rotaciones, y cultivos con fertilizantes, todo eso hace un cambio tan grande que se escurren esos nutrientes”.

Otro aspecto clave es la “transformación de los ríos”. Piccini se refiere específicamente a la vegetación que está al borde de los ríos, en las riberas, que “se ha destruido”. La situación sería diferente si estos cursos de agua “tuvieran vegetación nativa” que absorba estos nutrientes, los retenga. Piccini cuenta que un ejemplo son los humedales. Estos, “al borde de las lagunas o ríos, absorben esos nutrientes, evitan que lleguen al agua” y mantienen”un estado de salud” de la misma que hace que exista un “equilibrio”.

Estas cianobacterias tienen toxinas perjudiciales para animales y humanos: “generan una molécula que todavía no sabemos, después de muchos años de estudiarlas, no hemos dilucidado todavía para qué las usan”, explica Piccini y agrega “lo que sí sabemos es que para los animales y humanos son tóxicas; se mueren los peces, se mueren las aves, hay mortandad de muchos tipos de animales a causa de esta toxicidad”. Estos animales, cuenta Piccini, “se descomponen en el agua y las bacterias que descomponen a los animales muertos consumen oxígeno, el agua se vuelve anóxica, que quiere decir que tiene muy poco oxígeno; se genera todo una cadena de deterioro del sistema acuático que comienza con la agricultura y la remoción de la vegetación nativa”.

“El deterioro del agua es lo último que podemos permitirnos. No podemos darnos el lujo de deteriorar toda el agua porque nuestro cuerpo es básicamente agua, la necesitamos, es muy loco deteriorar lo que más necesitas”, dijo la investigadora.

Por estas razones cabe preguntarse las dificultades que puede tenerse para la potabilización del agua y el peligro de que las floraciones de cianobacterias aparezcan en cursos de agua que son utilizados para potabilizar y consumir por la población.

Piccini dijo que “por suerte, en el río Santa Lucía no hay floraciones de cianobacterias tóxicas, no hemos tenido, tenemos el privilegio de tomar agua sin cianotoxinas”. Lamentablemente no es el caso del Río de la Plata, tanto del lado uruguayo como argentino, tiene “grandes floraciones de cianobacterias tóxicas, no sólo en verano, sino también en otras épocas del año, porque no es un fenómeno aislado del verano”. 

“Para la potabilización es un tema, sí. Porque tiene que ser un sistema de potabilización que remueva todas las toxinas. Porque con las concentraciones de toxinas que pueden encontrar durante una floración, que son concentraciones que están hasta 40 o 60 veces por encima de lo que está recomendado como seguro para ingerir, o más, o sea la concentración que tenés en agua puede llegar a ser de ahí para arriba. A veces cientos de veces mayor a lo que está permitido o a lo que se conoce, que tampoco se conoce tanto, que un humano puede consumir sin enfermarse del hígado, sobre todo. Las toxinas específicamente de este grupo de cianobacterias son hepatóxicas, dañan el hígado, generan problemas graves. Entonces tiene que ser un sistema para potabilidar tiene que ser súper eficiente para remover todas o por lo menos tener un 99,9999 o un 100 % de efectividad para que nosotros no estemos tomando eso. Tomamos agua todo el tiempo y el efecto se va acumulando. Esos sistemas son caros, hay que potabilizar el agua de tal manera que hay que usar un sistema que es caro y eventualmente me imagino que redunda en que el precio del agua potable va a ser más caro”.

¿Qué sucede en Arazatí, San José donde se instalaría la planta del “proyecto Neptuno”?

“El lugar donde se está planeando hacer esta obra para tener una nueva toma de agua para potabilizar es un sitio donde se dan floraciones de cianobacterias tóxicas. Hay registros de qué concentración de toxina hay en el agua en esos lugares. Con un sistema que no renueva el cien por ciento de las cianotoxinas, las concentraciones que pueden llegar a distribuirse pueden ser tóxicas por ejemplo para los niños. Hay que tener mucho cuidado y tener en cuenta, hacer una evaluación muy cuidadosa de ese tema, los sistemas de potabilización realmente cuán efectivos son. Lo ideal sería que en el agua que llega a la casa de todas las personas no haya ningún rastro, que sea indetectable la toxina de la cianobacteria porque tomar todos los días agua con cianobacterias que no son fáciles de destruir, no se destruyen con calor por ejemplo, es muy delicado y es algo que puede ser un problema de salud pública bastante grave”.

En Arazatí, San José, hay gran concentración de estas toxinas detectadas. Piccini advierte que “incluso removiendo el 99%” la concentración que pasa al agua potable, que quede sin remover, “está en el límite de lo que implica un riesgo para los niños, para el consumo de agua por los niños”.