Este jueves se desarrolló una actividad titulada “Reforma de la Seguridad Social en clave de género”, organizada por la fundación Friedrich Ebert (FES) y el Equipo de Representación de los Trabajadores en el BPS (ERT) en la sede central del PIT-CNT.

El primer panel estuvo integrado por Paola Azar, economista e investigadora; Lorena Lujan, integrante del ERT; y Virginia Bosco, de la Intersocial Feminista. El siguiente intercambio tuvo a Dörte Wollrad, de FES; Ramón Ruiz, del ERT y Martín Pereira, integrante del Secretario Ejecutivo del PIT-CNT.

Si bien no se conoce “qué formato tendrá finalmente” debido a que el proyecto de ley ha tenido decenas de modificaciones en su pasaje por el Parlamento, la economista e investigadora Paola Azar afirma que hay tres aspectos importantes a revisar. Por un lado, “se hace únicamente desde el punto de vista del ajuste de los gastos”, algo que algo que “ha sido muy discutido desde los movimiento sindical, desde movimientos sociales y la academia”. Azar reafirmó que “tal como venía esta propuesta, el 65% de las historias laborales vigentes iba a obtener una jubilación menor al momento de la prestación que lo que obtiene con el sistema actual”.

En segundo lugar, Azar subrayó “las inequidades que se mantienen” en referencia a “los ajustes” que se plantean en el caso de las cajas paraestatales y los beneficios para funcionarios de las Fuerzas Armadas. La economista insistió en que “no están tocadas las fuentes de financiamiento”, en este aspecto clave.

En tercer lugar, Azar señaló la ampliación del régimen de AFAP, “régimen previsional privado” en un “sistema pilar que está pensado para aportes contínuos y prologados, en una sociedad y un mercado laboral como el nuestro, que está cambiando y que por definición no cuenta con ese tipo de aportes, particularmente para las mujeres; un sistema de capitalización individual que está en retroceso en muchos países”.

La economista dijo que si bien el sistema “necesita” ser reformado para modificar su financiamiento, también es necesario “cubrir y tener un abordaje más eficaz de la protección social a lo largo del ciclo de vida”. Según el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNPFA), en América Latina, entre 0 y 24 años el 61% de los gastos lo financia la familia de la persona y el 18%, “viene de políticas estatales”. En el caso de Europa, “el 50% de las familias y el Estado aporta casi un 30%”; entonces tenemos que cambiar la seguridad social” para apoyar el “inicio del ciclo de vida”.

En el caso de “la vida activa”, donde se generan los aportes, “donde se acumulan las vulnerabilidades, donde tenemos problemas en el empleo, cuestiones de enfermedades, dependencia, etc; ahí también necesitamos focalizar y generar políticas, sí es necesaria un reforma para revisar esto”. 

“Por supuesto”, explica Azar, “a la edad de retiro necesitamos cambios, porque tenemos unas vidas que se han prolongado, tenemos que respetar esas vidas, que sean con calidad y salud, estos temas no son los que han estado sobre la mesa en la discusión de los últimos meses”.

El aporte de la mirada de género

La investigadora dijo que las perspectiva de género “devela otros flancos” de la refomra. “Desde la perspectiva de género del análisis económico, nosotros lo que planteamos es que el bienestar de todas las personas depende de dos tipos de activos”: “materiales”, que tienen que ver con el “acceso al mercado de trabajo, ingresos, etc”; y otro tipo de activos que son los “inmateriales”, vinculados con “los trabajos que hacen a la cohesión social, a la generación de confianza, la transmisión de valores, la empatía, todo lo que da sentido como comunidad está en esos activos inmateriales”. 

La pregunta que plantea la economista es “¿Cómo hacer para que estos activos nos lleguen a todos?”. En este punto Azar reafirmó la importancia de la “igualdad de oportunidades, el acceso al empleo y al ingreso, pero también asegurar tiempos de varones y de mujeres, de familias y de la comunidad para generar capacidades como personas, se necesitan políticas públicas e infraestructura; y que todo esto se afiance en los lazos comunitarios y familiares”. En este sentido Azar, señaló que varones y mujeres “no están en igualdad” para generar los referidos activos materiales e inmateriales. Y esto repercute a la hora del retiro de hombres y mujeres.

La desigualdad entre hombres y mujeres en la inserción del mercado de trabajo se ven en que aunque tengan mejor calificación las mujeres “se insertan en sectores de baja productividad, del sector informal, en sectores de menor calidad del empleo”. A esto se suma que en las mujeres “a medida que aumenta su educación, su nivel educativo, tienen un ingreso más asegurada al mercado de trabajo, algo que no pasa con los varones, que para cualquier nivel de calificación acceden inmediatamente”. Estas restricciones en la vida laboral “se transforman en restricciones a la hora del retiro”, junto a otras restricciones, como la probabilidad de que releguen su actividad laboral para tareas no remuneradas, entre otras.

¿En qué sectores trabajan las mujeres?

La “segregación laboral” fue otro punto planteado por Azar. En general las mujeres están en sectores de servicios, “educación, salud, cuidados, servicios que muchas veces necesitan una calificación muy alta, incluso mayor que para otras muchas tareas en otros sectores, sin embargo son servicios que la sociedad misma no valora lo suficiente” y son peor remunerados frente a otras actividades. Este aspecto incide también en las remuneraciones que tendrán al retirarse del mercado de trabajo y es una “inequidad absolutamente persistente y extendida”. Especialmente, reafirmó Azar, “educación, salud, cuidados son esenciales para que la sociedad funcione”.

Azar recordó finalmente los cuidados “no han aparecido en el debate”, que tiene que ver con “cómo ordenamos el tiempo para hacernos cargo de responsabilidades familiares y de responsabilidades de trabajo remunerado”, algo que “sigue dependiendo de cómo las mujeres nos arreglamos con nuestros tiempos”. 

Hay “una sobreexplotación del trabajo femenino. Estamos insistiendo en que las mujeres se inserten en el mercado laboral, tengan altas tasas de participación, a la vez siguen teniendo a su cargo las tareas de cuidado, no estamos generando políticas de apoyo, y no estamos generando corresponsabilidad; la redistribución de esos tiempos entre varones y mujeres, una participación mucho más abierta de la comunidad y una preocupación más abierta del cuidado no solo de las personas dependientes mayores sino también de los niños. Todo esto genera una sobre explotación del trabajo femenino que al largo plazo no es sostenible ni deseable”.

La exposición completa de Paola Azar y el resto de la actividad está disponible en YouTube: