Alicia Esquivel, continuó en el cierre de la actividad. «Somos el Colectivo Afrouruguayo por el Sí, constituido por hombres y mujeres provenientes de diversas asociaciones por los derechos de las y los afrodescendientes y personas independientes. Nos une la defensa de nuestros derechos y velar por los derechos adquiridos producto de la lucha de tantas y tantos compañeros. La sociedad civil uruguaya ha luchado desde siempre por la igualdad y la no discriminación. La igualdad como principio define al Estado de derecho. El concepto de igualdad es complejo y mutable, pero fundamentalmente implica el derecho a la no discriminación. La igualdad de derechos en la ley y ante la ley. Es decir, igualdad de trato, respeto y resultados ante ella. La igualdad implica el derecho a la no discriminación, a la admisión de la diferencia y la autonomía. Los y las afrodescendientes constituimos un grupo heterogéneo con historias, experiencias e identidades diversas. Sin embargo, lo que nos une es que se nos ha denegado durante mucho tiempo la plena realización de nuestros derechos humanos y destacamos una serie de problemas comunes que es preciso abordar, como la discriminación racial estructural institucional. La xenofobia que sufre la población afro inmigrante en nuestro país. Los obstáculos y desigualdades en el acceso a la educación, los servicios de atención en salud, y la vivienda de calidad, cuyo resultado es la transmisión de la pobreza de una generación a otra. La intolerancia contra las religiones de matriz africana. La falta de reconocimiento de valoración de la diversidad étnica y cultural de las y los afrodescendientes y de nuestra contribución a la sociedad».
«La falta de representación adecuada en la administración de la Justicia, la presencia desproporcionada en la población carcelaria y en particular la elaboración de perfiles delictivos en función de la raza. Situaciones que se legitiman en la LUC. Las desigualdades que permean a la colectividad afro uruguaya en función del origen social, étnico y de género, están plasmadas en decenas de trabajos académicos, de expertos, instituciones públicas y organizaciones de la sociedad civil que han hecho análisis reflexionados sobre el tema. Sin embargo, el impacto de las mismas es muy pobre. Una cuestión específica salta a la vista: en términos de precarización de todo tipo, la población afrodescendiente es la más afectada, y más aún, sus mujeres. Somos trescientas mil personas, residimos en las zonas de mayor pobreza, en departamentos fronterizos con Brasil y en la periferia de la capital Montevideo. Población joven, siendo la esperanza de vida al nacer menor que la de la población no afro. El 39% de la población afrodescendiente de 20 años o más tiene únicamente educación primaria, y solamente el 9% cursa o ha cursado estudios terciarios. El 15% de niñas y niños afrodescendientes de entre 4 y 5 años no asisten a centros de enseñanza. La LUC desampara a estos infantes. Las mujeres afrodescendientes presentan la tasa de desempleo más alta a nivel nacional. Las trabajadoras mayoritariamente se dedican al trabajo doméstico, 1 de cada 4. Si bien en los últimos años han existido acciones y normas dirigidas a regular el trabajo doméstico, solamente el 55% de estas trabajadoras están formalizadas».
«En vistas de esta situación, el Estado no debe estar ausente en los arreglos entre empleado y empleador, situación que habilita la LUC. La violencia basada en género (VBG) aumentó durante la pandemia. Las mujeres afro experimentamos mayores niveles de VBG en todos los ámbitos con respecto a las mujeres no afro. La LUC debilita a las instituciones dedicadas a combatir este flagelo, genera obstáculos para realizar las denuncias y obtener una debida respuesta, con personal que ahora es nombrado de confianza en lugares donde se requiere formación y alta calificación, que solamente se logra con llamados a concurso abierto, que era lo que existía. A pesar de las políticas sociales que en los últimos años han disminuido la pobreza en forma global, se mantiene la brecha -como hemos visto- en los indicadores de pobreza entre la población afro y no afro, que asciende a más de 11 puntos y se ha incrementado en la pandemia. Tenemos datos de 2021. Datos del año pasado, de UNPFA, en cuanto a la pobreza infantil en Montevideo. Estos muestran un aumento de 2% para la niñez no afro y de 9% para los niños y las niñas afro, que pasó de 37.4% a 46.9%. Casi la mitad de la población infantil en Montevideo es pobre. Pensamos que lamentablemente los datos en el interior serán similares o peores aun. Urge claramente una acción focalizada hacia esta población. Evidentemente estos niños y estas niñas no son hijos de los ‘malla oro’ porque en la población afro no hay ‘malla oro’. El racismo a la uruguaya es un racismo de costumbre automático, irreflexivo, naturalizado, culturalmente establecido, que no llega a ser reconocido o explicitado. Se presenta de forma tan solada que no habilita defensa, opera silenciosamente, se infiltra en ademanes, dichos, miradas, postergaciones. El racismo diario en donde la apariencia juega un rol fundamental. Se presenta en forma inocente, pero es terrible y su accionar comienza ya en edades tempranas. Lo sufren las niñas y los niños afro y su resultado es la exclusión de las personas afro de los lugares de reconocimiento social. Alertamos que en los últimos tiempos han aparecidos actos racistas violentos que expresan desprecio y odio y que requieren ser reprimidos. En 2016-2017 el equipo de Antropología de la Facultad de Humanidades realizó a pedido de la OPP y en función de que se iba a realizar una estrategia hacia la población afro al 2030, que obviamente ya no está más; realizó un relevamiento etnográfico antropológico de la comunidad afrouruguaya en los departamentos de Rivera, Cerro Largo, Artigas, Salto y Montevideo».
«Extraemos del documento de forma textual: ‘ninguna de las narrativas recogidas sale incólume de la impronta del racismo y la discriminación. Desde profesionales y técnicos hasta familias de analfabetos, todos expresan en sus trayectorias diferentes niveles de vulneración simplemente por la razón de ser afro uruguayas o afro uruguayos. Este racismo envolvente en los espacios de enseñanza no resulta solamente un recuerdo de generaciones pasadas, sino que en la actualidad también se manifiesta en docentes blancos en relación a otros u otras docentes afro uruguayas, también a estudiantes, y en la interacción entre pares. Cabe señalar que las modalidades de racismo y discriminación que ocurren en los ámbitos públicos de enseñanza no se remiten únicamente al insulto u otras formas de desconsideración. La atención diferenciada a alumnos blancos y afrouruguayos los supuestos de lo que los unos y otros son capaces de aprender son implícitos en las prácticas educativas que terminan truncando trayectorias educativas bien generando analfabetos con primaria formalmente finalizada, como constatamos durante todo nuestro trabajo de campo'».
«Se educan a unos niños de una manera y a otros de otra. Estos niños, vuelvo a decir, no son los hijos de los ‘malla oro’ , por lo tanto, ¿requerimos más datos para actuar?»